PRESENTACIÓN

LAS PENAS CON HUMOR SON MENOS PENAS

Este es el blog suboficial de PENURIAS EXQUISITAS, mi primera novela. Pero, sobre todo, es un espacio dedicado a la literatura de humor en el sentido más amplio de la expresión. Si un relato entretiene a quien lo lee y le ayuda a olvidarse de sus problemas por unos instantes, bienvenido sea. Aunque en el texto no se realice un alarde estilístico o se haga una brillante reflexión filosófica o futbolística. Como diría un albañil: cuanto más divertida sea una obra, mejor. En palabras de Mariano, el protagonista de esta novela, "Si, además de entretener al sujeto lector, se provoca su hilaridad, se cobran dos volátiles de una detonación."


miércoles, 16 de enero de 2013

EL RATO CON VOTOS

CUENTO POPULAR


    
     Érase una vez un país muy, muy roído, llamado Roenlandia. El presidente de un popular partido político, un ratoncete con bigote, se retiró de la vida pública dejando a su sucesor una ing-rata herencia en forma de rata macho (un Rato) instalada en el desván de su formación política. El Rato era un tipo del ¡Apa, rato! del partido y el heredero, una ratilla con barbilla, se olía que el Rato quería llevarse el gato al agua. 
     Y es que el Rato era un timo-rato (a la que te descuidabas, te timaba) y eso que parecía que el Rato nunca había rato un plato. Ya, cuando estudiaba en los Jesuitas, pasaba tras el Ratoncito Pérez por las habitaciones de los niños y cambiaba las monedas que Pérez les dejaba bajo la almohada por participaciones preferentes del arruinado Banco de las Cloacas. Luego llegó su fallido romance con la Ratita Presumida. Al saber que no podría disponer del patrimonio de su novia tras el matrimonio porque ella le exigía la separación de bienes para casarse, el Rato le dijo que no quería pasar más rato con una rata tan rata y la dejó plantada como a una patata. Y con artes rastreras, como maquillar las cuentas del país con sus piratizaciones (venta de empresas públicas rentables a los pi-ratas privados) para que pareciesen saneadas, llegó a ser muy popular entre los roelandeses.
     De manera que la ratilla con barbilla, sabedor de que el Rato sabía más que los ratones coloraos, quiso deshacerse de él. Pero el Rato se le adelantó y le propuso un t-rato: “Si me rati-ficas como roedor asesor del Banco Ratander y me das tu voto para mandar en Rankia, te prometo que te ayudaré a conseguir los votos necesarios para que seas presidente de Roenlandia”. La propuesta no cayó en saco rato. La ratilla con barbilla aceptó, así que se juntó un Rato con un descosido.
     Así, el Rato engañó a Zapa-ratero, el presidente del país, con su pero-rata. Gracias a la sugestión, el Rato le hizo creer que no existía la crisis y que, gracias a su gestión, Rankia tenía beneficios millonarios. Zapa-ratero no pensó que había gato encerrado y confió en el Rato como si fuera un topo (ciegamente). Al estallar la burbuja de la madriguera, Zapa-ratero perdió su categoría y se convirtió en alpar-gatero. Fue derrotado en las urnas por la ratilla con barbilla, votada masivamente por los ingenuos roelandeses, y pasó a ser el nuevo presidente de Roenlandia.
    Más tarde, cuando el Rato hundió Rankia por dar créditos ba-ratos a sus colegas rateros, abandonó el barco a toda prisa. Entonces, el presidente del gobierno se ret-rató proporcionando al Rato un ratiro dorado en una empresa pi-ratizada, como a tantos expolíticos de Roenlandia.
     Acusado de varios delitos por el caso Rankia, el Rato estuvo un rato jugando al ratón y al gato con los jueces. Finalmente fue condenado, pero se la dio con queso a la Justicia porque la ratilla con barbilla lo indultó alegando que la condena tenía una ¡Eh, rata!
     Aquello terminó de roer la moral de los roelandeses que, indignados por tanta ratería, se organizaron al margen de la clase política. Hicieron una colecta y contrataron al Flautista de Hamelín. De forma que cuando el flautista abandonó el país, después de recorrer todas sus ciudades, se llevó tras de sí unos cuatrocientos mil rateros de la peor calaña que nunca más volvieron a roer Roenlandia.
    Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

1 comentario: