Soy un parado desesperado, como tantos en
nuestro país. Con tres hijos y mujer a mi cargo, se me termina el subsidio del
paro el mes que viene. Llevaba unos días considerando la posibilidad de
alquilar mi apolíneo cuerpo para uso y disfrute sexual de terceros, cuando vi
la noticia en la televisión. Estábamos disfrutando de nuestro menú gourmet de
cada noche (sopa de sobre y salchichas de marca blanca del Mercadona) y me
atraganté con una Frankfurt de la impresión. Resulta que según un informe
publicado por la ONU ,
la solución para combatir el hambre en el mundo es que los humanos comamos
insectos. Resulta que producir bichos tiene un coste muy inferior a criar
ganado convencional y los insectos poseen mejores propiedades nutritivas (alto
contenido en proteínas, minerales, vitaminas, fibra y L. Casei inmunitas) que
las carnes de aves, mamíferos, reptiles, virus y peces.
Aquello era una señal divina. Justo cuando
se me acababa la prestación por desempleo y llegaba el buen tiempo, que es la
mejor época de año para que proliferen los bichos. “A falta de pan, buenas son
moscas”, le dije a mi mujer y nos pusimos a idear una estrategia combinada que nos
permitiera mantener a la familia sin que ninguno de sus miembros hubiera de arrendar
el miembro.
Lo primero fue preparar el piso para
convertirlo en una granja-criadero-huerto-matadero de insectos. De manera que acondicionamos
un centenar de banastas recogidas de la
basura y garrafas de agua cortadas por la mitad que distribuimos por todas las
estancias de la vivienda. En el interior de cada recipiente colocamos el pienso
adecuado a la especie a criar (estiércol y césped robado del parque, despojos
del contenedor de basura orgánica, hojas en descomposición de los árboles de la
calle…) y lo vamos renovando diariamente. Así nos ahorramos el dinero de la
compra del pienso. Además, para conseguir una mayor productividad, ningún
miembro de la familia se lava y tampoco hacemos la colada para que nuestro olor
corporal atraiga a las cucarachas y otros insectos de olfato sensible. Es la
forma de renovar el ganado y ahorrarnos una pasta en agua y electricidad. Y
como tenemos una nutrida colonia de luciérnagas, no encendemos la luz por la
noche. Tampoco gastamos gas natural. Gracias a que cultivamos con gran éxito
una gran cantidad de cigarras pedorras -una
variedad sudamericana famosa por su aerofagia crónica- en un terrario hermético
y el metano que producen los bichos nos sirve luego para cocinar todos los
alimentos. Además, como en todas las camas de la casa tenemos sembrados
chinches, si nos entra hambre a mitad de la noche y nos apetece picar algo, no
tenemos ni que levantarnos del catre. Es cierto que algunos vecinos
tiquismiquis se quejan de los intensos aromas que desprende nuestra vivienda,
pero cuando se atreven a importunarnos usamos los panales de avispas que como
repelente y santas pascuas.
Todo este despliegue entomológico no
hubiera sido posible sin el compromiso firme de todos los miembros de la
familia. Mi mujer ha sido la más entusiasta. Ha encontrado la forma de lucir
una figura esbelta sin tener que acudir gimnasio (un lujo que no podemos
permitirnos). Ahora hace ejercicio al aire libre. Armada con un matamoscas y un
cazamariposas, se pasa el día en los estanques de los parques y, al final de la
jornada regresa a nuestro hogar, con sus jaulas llenas de libélulas, mariposas y
otros insectos voladores. Nuestros tres churumbeles también participan
responsablemente en la alimentación familiar adoptando el papel de granjas
andantes. Convenientemente aisladas con
sendas bolsas de basura para evitar la fuga de los nutritivos piojos, sus
seseras son granjas de estos simpáticos parásitos. De manera que producen
suficiente alimento para su almuerzo diario con lo que nos ahorramos el pago
del comedor escolar. Mis dos cuñadas, que siempre han sido un poco zorrones y
muy poco escrupulosas, colaboran cultivando en sus entrepiernas unas exquisitas
ladillas, que no tienen nada que envidiar a las centollas gallegas, ni sabor ni
en tamaño, que luego alcanzan precios astronómicos en algunas tiendas gourmet.
Hasta mi suegra, que es como una mosca cojonera gigante, alimenta en sus
abundantes lorzas a nutrida colonia de garrapatas que son la base de nuestra
alimentación y su principal fuente de hierro. Hasta la mascota de la casa nos
hecha una mano después de que hayamos cambiado nuestro rottweiler, un animal caro
de mantener y que tenía muy malas pulgas, por un escuálido galgo que apenas
come y produce muchos parásitos. Ya se sabe: a perro flaco todo son pulgas. Y
yo, que antes me aburría en casa por estar en paro, ahora no paro en casa. A
primera hora de la mañana realizo el ordeño de los animales, la recogida de los
individuos aptos para el consumo en las diferentes estancias del piso y el
sacrificio de los insectos que comeremos durante el día. Como tenemos
excedentes de producción, envaso higiénicamente los bichos destinados a la
venta y luego salgo a realizar la distribución en tiendas de comida oriental y
colmados latinos de toda la ciudad. A media mañana, ya estoy de vuelta en el
piso para sacar a pastar al ganado: al parque a los saltamontes, las hormigas y
las orugas; a la playa a los mosquitos para que piquen a los guiris; al
Ayuntamiento, Parlamento autonómico y otros lugares frecuentados por políticos
a moscas, escarabajos peloteros y otros insectos coprófagos. Y a última hora
de la tarde recojo a todas nuestras criaturas de seis patas y regresamos a nuestro hogar para
descansar.
Así que, gracias a la ONU , soy un hombre feliz. He
recuperado mi autoestima. Evito la vergüenza de acudir con mis hijos un
comedor social y la familia está más unida que nunca. Ahora tenemos la nevera
sierre rebosante de comida fresca y, con la venta de los excedentes, nos
sacamos dinero extra para los gastos de la casa. Hasta hemos ahorrado un poco. Pero
eso no es todo. Gracias a las inmensas posibilidades de negocio que nos ofrece
el mundo de los bichos al margen de la ganadería, se abre un futuro prometedor
para nosotros. Próximamente abriré un restaurante entomológico de autor en el
que hemos invertido todo nuestro capital. Ya ha hecho un curso de cocina fina
por Internet y, por si las moscas, me he puesto en contacto con Chicote para
que venga a echarme una mano en la inauguración. Ya he seleccionado los platos que
integraran el menú degustación:
-Ensalada volátil de
moscarda verde y mariposa baby con reducción de aceite de Módena sobre sinfonía
de mosquitos trompeteros.
-Tempura de ventrisca de
ladilla de Pierna Alta y cocochas de hormiga roja “joputa” con emulsión de
piojos frescos.
-Sorbete de termita africana
macerada en caviar de pequeño saltamontes americano y gelatina de gusano de
seda asiático.
-Carpaccio de omelette aux
oeufs du oruga peluda con salsa tártara.
-Mousse de pulga lechal a la
albahaca con pulgón añejo y vol-au-vent de cigarra pedorra.
-Cascada etérea de
pastelitos de libélula sobre esferificación de escarabajo pelotero y merengue de chinches de la Conchinchina. ¡Se me hace la boca agua sólo de pensar en estas delicatessen!
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